Fingir que somos valientes

Nos empeñamos en fingir que somos valientes
cuando lo realmente heroico es reconocer el miedo.

No negaré que
me costaba mantener el equilibrio,
que juntar un paso tras otro
era una carrera de auxilios.

No negaré que no quise
levantarme del sofá
por si en la tele echaban
una película de las nuestras.

No negaré que tuve miedo
de irme,
cuando en realidad
ya hacía mucho que partí.

No negaré que
desde aquel día,
fui un poco más valiente.



Cerebros por corazón

¿Alguna vez has sentido que el corazón se parte en dos pero sin hacer ruido? Es un sonido hueco, sordo. Es un sonido que va por dentro. Es una lágrima cayendo en la habitación más oscura. Allí donde nadie ve, allí donde nadie consigue atrapar la luz. 

A veces sucede que el deseo de ser una machina animata se hace palpable. Querer ser un robot para no sentir. ¡Quíteme el corazón con bisturí y póngame ese cerebro ahí! 

No sé, doctor, si ha practicado operaciones como ésta.

XII

Me levanto y bajo las escaleras de mi cama. Tarea fácil. Superada con éxito. El invierno está fuera pero acaricio el verano en mi habitación. He puesto la estufa. Calor. Me hago un café con leche y vuelvo a mi refugio. Me siento en el sofá de color azul. Mientras bebo recuerdo cómo solías decir que amaba los inviernos para malgastarlos dentro de cuatro paredes de calor abrasador. Subir los grados para que te quitaras la ropa más rápido. Tengo que poner la lavadora y secar la ropa aquí dentro. 


Sí, aquí dentro.

En la misma habitación donde tú te quitabas la ropa.

Botella.

Contracorriente, sin dejarme llevar.
No caben más lágrimas en el mar.
Para. Fotografía. En marcha de nuevo.
Quién fue más egoísta,
¿el que usó al otro como un intento de sustituto
o
el que necesitó de ayuda para restablecerse?
No importa ya.
Demasiadas preguntas se pierden en el mar.

A 7 cm

Mirada. Estrella. Cielo. Pausa. Captar momento. Imaginar. Añadir elementos. Parar el tiempo. Sonreír. Ojos.

Bajar el miedo.
Subir al cielo.

Sedantes

Se atiborraba a sedantes para no afrontar las imágenes recurrentes de su cabeza. Mismo sueño, misma rutina, misma no-realidad. Cubitos de hielo para bebidas calientes. Parasoles a modo de paraguas. Música a todo volumen. Monovolumen no apto para primates. Cánticos que se van, se alejan y le azotan como olas contra un faro. Discos envueltos en plástico. Por un plástico unidos, él y ella. Él y él. El mal del mundo se debe a las toxinas. La toxicidad que va desde el plástico hasta ella. Él y ella. Ella y él. 

Atrévete y no mires atrás

Y entonces sucede que decido no subirme a ese bus y prefiero caminar. Qué luz más bonita hace hoy, pienso. Valencia es luz. ¡Mirad el cielo! Qué radiante y azul.

Y entonces sucede que decido mirar alrededor y veo que alguien me está apuntando con la cámara. La casualidad ocurre de nuevo. Jose y yo nos volvemos a juntar exactamente en el mismo sitio de siempre. Le pregunto cómo le va en su nueva aventura de atreverse. Me cuenta que bien, que volvía de un taller y que se iba a casa pero que con esta luz-como-para-no-quedarse. Pum. 

Casualidad al cuadrado, al cubo.

Dos personas, mismo lugar, mismo pensamiento.

Sigue atreviéndote, Jose.
Gracias a ti me atreví yo.



Entre luz y azul hay una letra de diferencia.



¿Lo sientes?


Y de repente, indiferencia. Y de repente, alivio. Ya no eres tú quien sale en mis fotos, ni quien me cuida cuando tiemblo de miedo y no de frío. Ya no soy yo quien cruza la ciudad para robarte unos minutos, ni quien te escribe poemas por la espalda. Y está bien así. Y no habría podido ser de otra forma. Me alegro de tener este vacío aquí.

¿Lo sientes?

Ya no siento nada.

Ínsula 1.

Álex divisó a lo lejos cómo una barca se acercaba lentamente hacia la isla. Dentro de ésta había una mujer desnuda y llena de heridas. La cogió en brazos, la arropó y la dejó en una pequeña cabaña que él mismo había construido.

La mujer se pasó todo el día durmiendo. Temblaba y tenía escalofríos. Aléx intentó despertarle y tras muchos intentos, lo consiguió.

- Hola, tengo muchas preguntas que hacerte.
-Eh... ¿Dónde estoy? ¿Dónde está mi ropa? ¡Quién eres!
-No te asustes, no te voy a hacer daño. De eso es de lo único de lo que puedes estar segura. 
-No entiendo nada.
-Empecemos por el principio. Estás en una isla. Llegaste sin ropa y te he puesto encima lo que tenía a mano. Como comprobarás, en las islas desiertas no hay H&Ms. Me llamo Alejandro pero puedes llamarme Álex.
La mujer comenzó a volver en sí.
- Me duele mucho la cabeza.
- A mí me pasó igual cuando llegué a aquí.
-¿Cuánto hace de eso?
-No lo sé, aquí el tiempo parece no existir.
-¿Y sabes cómo llegaste?
-Ni idea.
-Entonces estamos atrapados.

No te sueltes





Pablo conoció a David en un verano infernal. Hacía demasiado calor como para caminar con normalidad.

Cuando Pablo salía del trabajo recibió un mensaje de David. Sí, un mensaje y no un WhatsApp. David tenía su propia forma de comunicarse y también una tarifa de mensajes gratis. 'Te espero en la colina a las 18.00'. 'Vale, allí nos vemos'.

Pablo estuvo puntual como un  reloj suizo. David se acercaba con paso ligero.
-¡Hola! Te me adelantaste.
-Me gusta llegar a tiempo a todas partes.
-Ya veo.
-¿Quieres hacer un pic-nic? He traído cerveza beer fresquita y jamón y queso.
-¿Un pic-nic aquí? ¿Tú y yo?
-Exacto.

Pablo se empezó a poner nervioso. La velada transcurrió tranquila, desde la colina podía verse cómo el río que partía en dos la ciudad. 

-Pablo...
-Dime.
-Nada, déjalo. Da igual.

David miró a los labios de Pablo. Era la mirada de te-voy-a-dar-un-beso-así-que-por-favor-no-te-apartes. Así lo hizo. Pablo se retiró unos segundos.

- David, yo no soy...
- Perdona, no debí lanzarme.
- ¡A la mierda!

Pablo se acercó a los labios de David. Esperó unos segundos. 'Ven', dijo. Se fundieron en un beso lento, de esos que deseas que los segundos se paren o retrocedan.

Pablo volvió a casa confuso y pensativo. Era la primera vez que se besaba con un chico. Era la primera vez que sentía que las mariposas revoloteaban en su estómago. La electricidad por todo el cuerpo. El despertar de los sentidos muertos. 

Hoy David y Pablo cumplen dos años juntos y recuerdan aquel comienzo con cariño. Celebran su amor con orgullo. Mostrándolo sin tapujos, sin temor a las miradas indiscretas, a los gestos de odio, a la intolerancia. David y Pablo celebran su amor cada día cogiéndose de la mano.

Y no soltándose.

 

Calores y colores

Los versos se buscan en la noche más fresca.
El plástico de las teclas se desintegra.

Espacio en blanco.

Los colores pintando lienzos.
¿Cuál es tu favorito?

Los calores abrasan las mentes más frías.
Somos la noche y la mañana más clara.