Echarte de más para sufrir de menos.
Sumar mis porqués y restar tus peros.
Hacerte ver que en realidad no sabías nada
más allá de la palabra hablada.
Atrapaba tu sonrisa torcida
mientras tú me mirabas a los ojos.
Me ahogué en tus mareas
planeando el siguiente golpe.
Inmóvil, sin aliento y en el suelo,
quise quemarte con mi silencio.
No pudiste ni tocarme porque,
intentaste abrazar a un iceberg
intentaste abrazar a un iceberg
y se te congeló la mano.