Primeros auxilios emocionales.

Es complicado a veces detectar la tristeza del otro. Sobre todo de aquellos que se esfuerzan por esconderla. Cobardes. Lo realmente valiente es romperse, quebrarse y reconocer las caídas.

Hay personas que esperan una pregunta para brindar una respuesta emocional. Otras en cambio, se abren en canal y deciden mostrar sus cicatrices tal y como son, sin maquillaje. 

Soy más de tender la mano o de ser para-caídas. Siempre he pensado que las penas compartidas pesan menos por cabeza. No se trata de ahogarlas con alcohol u otros vicios, hay que mirarlas cara a cara. La pena está sentada enfrente tuya y se ríe de ti. Está deseando que mires hacia otro lado pero hoy no te vencerá. Hoy tú le sonríes de vuelta y le señalas con el dedo. Estamos acostumbrados a evitar los momentos incómodos, a dejar de enfrentarnos a los traumas, a dejar de visitar esa casa vacía que en su día estuvo habitada, a esconder las cartas en el cajón, a borrar los mensajes, a eliminar números de teléfono, a dejar de escuchar aquellos grupos ahora malditos para ti.


Estoy segura que más de uno, vendería sus recuerdos. 
Los míos sin embargo, no tienen precio.